Dar

¿Cómo puedo dar?

Dar en Persona

Puedes dar tu ofrenda en efectivo o cheque durante el servicio dominical, colocándolos en el plato, en el buzón de ofrendas en el atrio, o enviándolas por correo a la iglesia.

Dar en Línea

Administra tu ofrenda recurrente o envía una ofrenda única.

¿Por qué ofrendamos?

En 2 Corintios 9, se nos enseña a dar a Dios con gozo. La realidad es que el tema del ofrendar puede ser sensible para muchas personas y hablar de dar —incluso en la iglesia— no siempre es bien recibido. Pero ya que la Biblia tiene más que decir sobre el dinero que sobre cualquier otro tema, necesitamos tomar este tema en serio. 

Lo que la Biblia enseña sobre el dinero y el dar debe hacer un impacto importante en la vida de quienes siguen a Cristo. Al reflexionar sobre la generosidad de Dios y el impacto de la generosidad de Dios al dar a su único Hijo para morir en nuestro lugar y pagar la pena por nuestros pecados, nos damos cuenta de que nuestras propias ofrendas palidecen en comparación con el regalo del amor de Dios expresado en el sacrificio de Cristo. 

Mateo 6:21 dice mucho cuando afirma que “donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”. La generosidad no se trata tanto de dinero como del corazón. 

La meta de Dios es la transformación de nuestros corazones, y el primer paso en ese proceso es nuestra obediencia simple y gozosa. En última instancia, el dar bíblico es un acto de obediencia voluntario, —incluso gozoso—.  

Quizá quieras leer algunos de los pasajes de las Escrituras que hablan sobre el dinero y la generosidad, comenzando con Mateo 6:19-34. Sé honesto con Dios, y deja que su Palabra hable a tu corazón y mente. 

Ver nuestra generosidad como una condición del corazón —y no como una cantidad de dólares— es un primer paso importante para entender el dinero correctamente. Pidamos a Dios corazones llenos de agradecimiento hacia Él por todo lo que ha hecho por nosotros. 

Oramos para que no permitamos que nuestra ofrenda sea influenciada por la manera en la que el mundo ve el dinero y las riquezas, sino que nuestros corazones sean agradecidos, y que nuestro dar sea transformado en adoración desmedida.